Cincuenta sombras de las máscaras de Grey 2 by Anita Dobs

Cincuenta sombras de las máscaras de Grey 2 by Anita Dobs

autor:Anita Dobs
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico, Humor
publicado: 2015-08-30T22:00:00+00:00


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No tenía muchas posesiones que llevarme a casa de Grey, sobre todo porque ya había ido marcando mi territorio gradualmente dejando cada vez más cosas allí, hasta el punto de que mi maquillaje y todo tipo de objetos estaban desparramados por toda la mansión, para su disgusto.

–¿Qué cojones es esto? –preguntó Grey cogiendo uno de mis botes de plástico blanco, mientras estábamos en su dormitorio.

–Es para mantener el equilibrio del PH de mi vagina.

Grey lo soltó de golpe dejando que cayera al suelo, conmocionado.

–¡Qué raras sois las terrícolas! –exclamó– ¿No se supone que es un proceso natural?

–No necesariamente. A decir verdad, no creo que la vagina humana fuera diseñada para los tentáculos de un extraterrestre.

Sabía que Grey se callaría ante mi comentario, pues no podía discutir sobre ese punto. Además, yo tenía una respuesta para todas sus preguntas sobre cada uno de los artículos que había llevado a su casa. Incluso encontró el escondite de pelo que tenía bajo mi almohada, con algunos cabellos míos que había guardado expresamente por si acaso se le ocurría traer a alguna fresca a casa cuando yo no estuviera. Una auténtica bomba de relojería que Grey no podría explicar, si se atrevía a jugármela.

Observé, mientras se quitaba la camisa, sus tentáculos que ondeaban en su musculosa espalda, y sus fuertes hombros claramente definidos bajo la tenue luz de la habitación. Arrojó la camisa de cualquier manera a la cama, y sentí como un cosquilleo recorría de nuevo mi coño. No cabía ninguna duda, cada vez que veía su masculinidad completa, como un pavo real desplegando su plumaje y preparándose para el apareamiento, me invadía un enorme deseo de lanzarme a sus pies y someterme a cada una de sus órdenes.

Grey se giró hacia mí como si fuera a decirme algo. Vi cómo se le marcaban los músculos tensos por debajo de la clavícula, como una gran masa de carne y músculo que tallaba su torso. Entre las piernas le colgaba su larga polla, casi preparada para la acción. Sobresalían por los lados sus cuádriceps y sus abombados gemelos. Era el espécimen perfecto de hombre: un hombre con tentáculos. Los músculos intercostales de su caja torácica estaban tan fuertes y bien formados como sus abdominales.

Debió darse cuenta de la forma en la que le estaba mirando porque empezó a acercarse a mí, que de repente estaba como pegada a la silla, embelesada por sus ochos tentáculos, cuatro a cada lado del cuerpo, cuyas puntas avanzaban hacia mí ondeando en el aire. De repente, se abalanzaron sobre mí y me ataron las muñecas y los tobillos, para después sujetarme en el aire ante él. Sentí que me faltaba el oxígeno al ver en sus ojos esa mirada dominante y ese brillo casi diabólico, que mostraban su deseo de controlarme completamente y de someterme a sus órdenes. Grey me sostenía justo bajo el techo con sus tentáculos, que me movían de un lado a otro sin ningún esfuerzo. Algunos de sus otros tentáculos empezaron a quitarme la ropa mientras él observaba cómo mis prendas caían una a una al suelo.



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